San Miguel, Madrid, 15 abril 2001, Domingo de Resurrección
SOL mi
Amanece en la ciudad, las calles están vacías
La re7
Cuando entre la obscuridad unas sombras se deslizan.
Alguien quiere terminar una tarea emprendida
Con ungüento perfumado para embalsamar la herida.
Les movía la piedad a unas manos femeninas
Que aún buscaban aliviar al que sirvieron en vida.
“¿Quién la piedra moverá?”, preguntaban mientras iban
saliendo de la ciudad por la Vía Dolorida.
Cuando vieron al llegar: la tumba estaba vacía
alguien lo hubo de robar, ¿dónde se lo llevaría?
LA fa#
Amanece en la ciudad: vi dos hombres que corrían
Si MI7
A un sepulcro sin usar donde su Señor dormía.
Aunque uno corría más, esperó a la compañía
Algo le impedía entrar en la Tumba de la Vida.
El sudario sin doblar: el que lo vio, lo creía
Todo vuelve a comenzar en una mañana fría.
Amanece en la ciudad: la muerte ha sido vencida
El que nació en un portal, resucitó al tercer día.
Amanece en la ciudad, vuelve a despertar la Vida
Perderla es para ganar, ganarla, la perdería.
//Amanece en la ciudad //(bis)
Amanece en la ciudad, una Cruz resplandecía
Con la gloria que Abbá, el Padre, dio al Hijo que obedecía.
Amanece en la ciudad ante una tumba vacía
El que busca, encontrará la fuente de la alegría.
Amanece en la ciudad, vi las sombras que corrían
Derrotó a la obscuridad la luz del sol que nacía.
¿Quién nos podrá separar? Ni la muerte ni la vida
ni la espada ni el dolor, ni la aflicción ni la envidia.
Ni el hambre y la soledad, ni el odio ni la perfidia
ni la escasez ni el horror, ni la verdad perseguida.
//¿Quién nos podrá separar de Cristo? //(bis)
Ni la muerte ni el dolor, insisto
Nos podrán ya separar de Cristo.
Trae la vida a la ciudad: es Cristo
Nada nos separará de Cristo.
Amanece en la ciudad: es Cristo
Luz para la obscuridad es Cristo.